La tonta se vestía de prostituta y se ganaba la vida como una mujer adulta. Por un lado, parecía víctima del destino, por otro, parecía dueña de su fortuna. Cansada de las críticas de ser tan tonta, buscó amparo en su novio. El hombre le regaló sus tesoros. Ella le mostró su femineidad. Con los tesoros ella nada hizo.