Miró a su pareja sin deseos, nada despertaba nada. Un techo en común, tuvo que huir de ahí.
La tristeza o el recuerdo jamaz lo opacaría, ni llantos ni estados de depresión, solo pensó en divertir su espiritu en la aventura nueva.
Su pareja quedó desvastada. Por la costumbre de la diversión constante quedó un vacío que no podría controlar jamaz sin él. Entonces lo buscó. Y encontró la nada, un abrazo hermano, una o dos palabras de angustia lo alejaban más. Jamaz el quedaría anclado en el recuerdo.
El en cambio, compulsivamente encontró otra cosa con qué motivarse, un amor igual al anterior, que sin ni pensarlo volvió a estimularlo.