Como maestra de Naturales tenía dos formas de presentarse. En el comedor gritando y en la clase proponiendo experiencias, investigaciones y trabajos originales.
Una tarde una madre llevó a la escuela papeles de un trámite. La hija apareció llorando porque una maestra le había gritado y culpado por algo que no hizo. La madre, metida y directa, fue a interceptar a la maestra con furia. La maestra contestó nada. La miró fijo, con ojos de que no entender la pregunta. La madre le mostró que la hija había llorado. Y la maestra tranquilamente, muy sedada, con voz de sueño, ronca y cínica, dijo que en el comedor no se puede jugar con la comida.
La madre defendió a su hija, que nunca jugaría ni tiraría el pan y pidió energicamente que no se le grite a nadie y mucho menos a una niña y mucho menos a su hija. La maestra mientras corría sus pies para atrás, siguiendo el camino de fila que los alumnos de su grado hacían.
Al poco tiempo, la hija comentó que esa maestra era buena.
Una tarde una madre llevó a la escuela papeles de un trámite. La hija apareció llorando porque una maestra le había gritado y culpado por algo que no hizo. La madre, metida y directa, fue a interceptar a la maestra con furia. La maestra contestó nada. La miró fijo, con ojos de que no entender la pregunta. La madre le mostró que la hija había llorado. Y la maestra tranquilamente, muy sedada, con voz de sueño, ronca y cínica, dijo que en el comedor no se puede jugar con la comida.
La madre defendió a su hija, que nunca jugaría ni tiraría el pan y pidió energicamente que no se le grite a nadie y mucho menos a una niña y mucho menos a su hija. La maestra mientras corría sus pies para atrás, siguiendo el camino de fila que los alumnos de su grado hacían.
Al poco tiempo, la hija comentó que esa maestra era buena.
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