(no es tránsito de neptuno)
Subió el gato a su cama, caminó algunos sigilosos y muy lentos pasos, como siempre hace cuando la mujer duerme. Sin tocarla se mueve hábilmente para encontrar su comodidad cerca de las piernas de ella. Son movimientos acostumbrados. La mujer ya no se despierta con esos pasos, con ese paulatino movimiento que las patas del gato hacen en el acolchado.
Subió el gato a su cama, caminó algunos sigilosos y muy lentos pasos, como siempre hace cuando la mujer duerme. Sin tocarla se mueve hábilmente para encontrar su comodidad cerca de las piernas de ella. Son movimientos acostumbrados. La mujer ya no se despierta con esos pasos, con ese paulatino movimiento que las patas del gato hacen en el acolchado.
La televisión había quedado prendida. Esa última pitada de marihuana la había llevado al sueño nokeada. La luz de la pantalla parpadeaba en sus ojos mientras roncaba boca arriba y el gato todavía parecía no encontrar esa posición cómoda habitual . Dormida podía sentir aquel movimiento en su cama de algo que se acercaba a ella interminablemente con una inconciente confianza que sería lo de costumbre. Hasta que abrió los ojos. Los abrió dirigiendo la mirada directamente a sus pies y a la punta de la cama para ver la realidad.... Pero el gato no estaba. Y no recordaba haberlo soñado.
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