Abrió la puerta y se fue tomando el ascensor rápidamente, al menos se había despedido aunque no hubiera dado explicaciones. Al irse se sintió actuando junto a sus nervios, dandoles la razón de su huída, al fin pudo alejarse de esa reunión hermética y de estrechez mental. Fue cuando no pudo soportar la desidia de algunas terapias que se intentaban adueñar de todos por igual, comentarios absurdos, sentimientos sin poder entrelazar, era un vacío quedarse y preferible era el vacío de irse. Tan repentino fue que el ascensor también era claustrofóbico. Presionó la planta baja pero no cerraban las puertas, tocó otros botones y llegó al piso uno. Había tomado el ascensor incorrecto, el que iba por números impares. Tardó en encontrar la salida.
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