Ascendente en Escopio

La cara huesuda, fría, seria, con sus cejas anchas, discutiendo acerca de poder legalizar el aborto, con un fanatismo llamativo, no tenía grises para expresarse, todo era en la intensidad de los extremos, cuando tuvo que levantarse e irse de la mesa al escuchar con reticencia a uno de los presentes: Se trata de matar a un niño inocente". No se quedó en el lugar, y  el magnetismo que tenía se fue con él  cuando todos lo vieron alejarse para buscar un café y un cigarrillo y  volver para seguir la conversación ignorando con esos ojos negros saltones a quien quisiera decir superficialidades. "La vida es un misterio,dijo, pero más misterio es el deseo. Es la madre quien desea". Algunas personas quedaron sombreadas por el encanto de su presencia. Nada pasaba cuando se iba y todo se movía cuando estaba. 
La discusión ese día  no llegó a nada, era un debate facultativo, tal vez uno más para él pero inolvidable para quienes se sentaron a su lado, porque tanta pasión por la muerte daba sentido a la vida. Tanto que muchos reflexionaron acerca de haber sido abortados ó deseados y de qué hacerse cargo.

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