Un Tauro

Tuve que jugar al futbol, cosa que siempre odie y perdimos. Me gritaron “vos putito, maricón, que hacés acá”. Algunos chicos me corrieron, hasta que apareció un amigo más grande de 12 años, que me defendió y pude escapar.
Ese mismo día se cumplía un aniversario de la muerte de mi tío. Me acordé de él en las duchas y lloré en el agua por todo.
Mi tío siempre me pedía que busque la malla que había perdido en las duchas del colegio. Esa malla a la gente le encantaba, y él me había regalado. Amarilla, roja, naranja y rosa. Como nunca hice nada para recuperarla, él siempre me lo hacía saber.
Y a mi no me gustaban las duchas. Tenía complejo de mi cuerpo, pero más que complejo era pudor y esa malla me ayudaba.