La mujer era una señora de su casa. Abrió su armario y del fondo sacó una caja con unos tacones negros de cuero que usaba para bailar en el caño. Eran los que se había comprado con todo su primer sueldo para bailar mejor. Por eso nunca los regaló. Y recordó esos tiempos, cuando su hijo era chico y tenía que alimentarlo. Decía que por él lo hacía todo, que era ambiciosa desde que fue mama. Al fin se casó con un hombre potentoso y orgullosa por todo volvió a guardar esos zapatos en su caja.
Ella se la pasó luchando por tener más, mucho más. Se ocupó de estudiar y aprendió a saber. Se obsesionó hasta tener un auto de lujo para manejar...y llevar a su hijo a todos lados que quiera. Pero mientras estudiaba y se sacrificaba con su marido nuevo y su estabilidad de coca colas constantes en la heladera y postrecitos para su hijo, conocía gente, hombres y mujeres y a todos les bailaba siempre.