Estuvo hilando su rumbo, sabia que tenía un magnetismo especial como animal con la gente con la que se encontraba siempre. Así que pensó que podría empezar su negocio y lo hizo. Prefirió asociarse pero se frustró al compartir su sueño. Era mejor estar solo y no tentar a la traición. Al poco tiempo de luchar por su emprendimiento ridiculamente ambicioso, se enamoró de un hombre. El hombre era mayor que el y muy potentoso en dinero. Se ayudaron mutuamente, hasta el borde del sometimiento, la manipulacion, el romance intenso y el dominio entre ambos. El hombre mayor prefirió continuar ayudandolo que abandonar semejante entidad llena de profundidad y sed de poder. Sabía que la intuicion del joven era siempre acertada.
El joven en cambio, prefirió abusar del hombre y continuar absorbiendole el tiempo, el dinero, y la experiencia. Una vez que lograron pasar el tiempo y vivir juntos, compartir el trabajo y sostener el negocio, el joven decidió cambiar el nombre de la empresa y agregarle un sello propio. El hombre mayor sintió que todo se desvanecía en la relación, que su amor estaba complicando su existencia y suplicó calma y fidelidad. El joven optó por el silencio inaudito de meses hasta que al fin logró desenamorarlo y a su vez mantener al hombre agradecido para el resto de su vida.