Volver a casa no le gusta. Prefiere andar por la vida sin techo seguro. Nada parece importarle. La capacidad para captar la atención de las personas lo mantiene muy ocupado. No se sabe bién a qué se dedica, pero es muy importante su imagen pública. Lo conocen por todos lados. Entre sus conocidos se hace más popular por sus apariciones en algunos eventos y reuniones sociales, metido entre gente que nada en común tienen con él, se siente igual cómodo por lo observado. Cuando hay que dormir, prefiere hacerlo en cualquier lado, su casa es el último lugar donde iría. El crecimiento profesional es nulo, lo llamativo es su reconocimiento por algo que no se entiende bién qué es. Jamaz conservó alguna llave de su casa, las pierde cuando puede, cuando se acuerda que las tiene. Y tampoco sabe lo que es despertar a la mañana y prepararse un rico desayuno o cocinarse a la noche. Es más común que coma afuera, entre tantas invitaciones y despierte en otra casa entre tantas salidas. Y la casa lo espera, lo espera para cuando se de cuenta que su capacidad no es un mérito sino un resabio de un pasado de otra vida que ya no debe seguir conservando. La casa es su verdadera razón de existir, sentirse "como en casa" es lo que posterga. Y es eso lo que debe desarrollar como sentimiento básico. Un refugio que lo saque de lo social podría ser su verdadero desafío en esta vida hasta que vuelva a encarnar.
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