Al hombre no le simpatiza la mujer que le acaban de presentar por la cara de mala. Simplemente por eso. No tuvo el gusto de conocerla todavía y él es tan tímido que solo la escuchaba....hasta que ella hace un furcio hablando y se tienta de risa. Por lo que él al fin puede verle los dientes y su sonrisa.
La gracia de la equivocación distendió el momento y él empezó a sentirse más cómodo a su lado. Y aprovechó para contarle un chiste similar y reir un poco más. La mujer al menos no parecía tan amargada y él podía soltarse con la conversación. Y de tímido pasó a ser muy verborrágico mientras hablaban de cultura en general y él mostró ser un sabelotodo. Pero algo cambió su estilo cuando vio que ella gesticulaba demasiado y se expresaba exageradamente con las manos....por lo que él quedó observándola riéndose por dentro y vio que la intelectualidad de ella estaba estropeada por su excedida actuación. Pero ella se reivindicó cuando preguntó al hombre si conocía algo sobre el tema que había surgido en los medios y él con excelencia didáctica disfrutó.... porque siempre tuvo la facilidad de asimilar conocimientos, aunque sean muy complejos, como si la memoria suya estuviera googleando constantemente información, como una esponja absorbiendo símbolos. Como un hábito.
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