Le preguntaron si podía hacer algo. Algo que él no haría jamaz, no tenía ni ganas ni tiempo ni estaba de acuerdo, no lo haría porque no le interesa, porque no le sirve de nada. Pero se lo preguntaron amablemente e inesperadamente, con una sonrisa en los labios y un perfume asomando a su nariz y contestó del mismo modo ......que sí. Que lo iba a hacer.
Cuando pasó el momento y no cumplió, lo llamaron enojado, ofendido, gritando y él contestó: así no puedo hablar con nadie. Disculpen.
Y así fue como esquivó la discordia de estar en desacuerdo......no tuvo que enfrentarse con nada. Más bien sorteó la situación con su elegancia.
Y así fue como esquivó la discordia de estar en desacuerdo......no tuvo que enfrentarse con nada. Más bien sorteó la situación con su elegancia.
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