Escuchando en el estrado de la Universidad a un colega docente empieza a toser cuando su compañero lo nombra y le da el pié para seguir con el discurso, en caso de existir alguna duda en general. No tenía planeado discurrir aquel día.....más bien estaba presente como formalidad, por ser miembro parte de ese sistema educativo. Y tosió casi con ahogo....le faltaba el aire y podría tartamudear en ese instante. El compañero aconsejó que en caso de existir alguna pregunta, que la hicieran ahora mismo y a ambos docentes. El profesor soltó los brazos cruzados que tenía, cambió la posición de sus piernas en la silla, estiró su espalda y tosió mirando al público. Con una mano tapó su boca y sintió pequeñas partículas mojar su palma que estaba seca y arrietada de tanto rigor intelectual y control de todos los pensamientos.
Y parecía no haber dudas ni preguntas y la explicación no presentaba problemas en el alumnado, hasta que un estudiante levantó la mano y pidió conocer una información básica, mirándolo firmemente a él.
El profesor contestó seriamente con mucho léxico y claridad lo que debía hacerse en ese tiempo y los castigos de no cumplir con esas medidas. La mayoría de los alumnos levantaron el brazo, quisieron todos preguntar algo y el profesor no se violentó. Pidió calma y concentración, marcó responsabilidades y mostró que siguiendo las reglas no obtendrían mayor problemas. Pero al final cuando cansado estaba de hablar y explicar, harto de la tos que lo desconcentraba, incómodo con lo que se proponía en la sala.....se paró de la silla y aclaró que él no estaba de acuerdo con los castigos pero que debía cumplir con lo que la escuela le exigía a él y a todos.
Un tiempo después se debatieron las reglas firmemente cuando presentó por escrito, una nueva propuesta de formalidades académicas y aunque parecía oponiéndose a la autoridad, en realidad estaba usando la suya con todo derecho.
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