Como no tenía escalera, puso una banqueta arriba de una silla para llegar a un armario en las alturas. Subió despacio, con mucho cuidado y alcanzó a sostenerse con la mano de las puertas del armario, las abrió y buscó entre las sábanas y frazadas lo que quería agarrar. Desacomodó todo del tirón que hizo para sacar de abajo de todo una de los juegos de cama que necesitaba. Esta tarea no la hacía nunca de esa forma, pero en el apuro y la soberbia de probar su fuerza, intentó estirar sus piernas y brazos para poner en orden lo que quedaba. De pronto el pie no pudo pisarlo en ningún lado, movió la banqueta de lugar y cayó al suelo con violencia y descuido, todavía sosteniendo en sus manos las sábanas y un acolchado caía en su cara. Quedó inmóvil un momento, pensando en posibles fracturas ó dolores. Nada le pasó. Pero tampoco rió. Se levantó enojada, con furia por la caída y llevó la silla y la banqueta a su lugar pero en el abrupto andar golpeó su frente con una ventana que le provocó un tajo y sangre cayendo por su cara. Eso hizo que quedara un tiempo paralizada, con hielo, recostada.
La historia de mi vida
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