(no es tránsito de Saturno)
Ese día, paupérrimo de aislamiento, tuvo que salir a la sociabilidad de una forma reprimida, como si sintiera la culpa de la distraccion superficial, pero no lo amedrenta saludar a los nadie que lo han invitado a participar de la nada misma. Entre esa nada el encuentro con alguien que es parte del pasado asusta con su presencia, porque la relación se ha cristalizado en un sórdido sentimiento de inadecuación a todo comentario, gesto, abrazo, expresividad y espontaneidad.Y la rigidez emocional condice con la cara de esa persona que tiene en frente, por lo que no puede sentirse a gusto, a no ser que pretenda gozar de la separación en la cara. Pero mientras las personas caminan a su alrededor y algún que otro ser se le acerca a presentarse seriamente como persona allegada a sus principios y valores, él ocupa un mismo lugar en ese espacio como permaneciendo agradable dentro de una caja dentro de otra, que claramente nadie podrá abrir ni romper ni puede permeabilizarse porque el pasado lo atrae como el último sabor del presente. Y entre tanto rechazo y poca entrega y receptividad, forzó por momentos estar a gusto con aquel encuentro y sonreir al sentido del tiempo que le accionó su propio límite ante la incertidumbre del amor. Y no hubo dudas, cualquier actitud espontánea llevaba el mismo karma de la distancia, una sonrisa comprometía el futuro, preferible el frio que el calor que derrite todo. No pudo soltar los placeres para que el otro los gozara, el encuentro no agradaba, la prueba presente era su incapacidad de reclamar ni exigir nada. Finalmente siguió sintiendose aislado pero a cada minuto más seguro de hacerlo, en regocijo de aquella distancia que sabía traía madurez y credibilidad.
muy bien descrito felicidades
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