Tránsito de Venus trígono Marte

Se encuentran en la terraza, vacía, gigante, cerca del cielo.
La abraza por detrás cuando la ve ahí parada observando la noche redonda hacia todos lados. 
Ella se da vuelta, mete los brazos en su saco y tocándole la cola lo besa. 
El la tapa con su abrigo y  con una mano le toma la nuca, la acaricia, huele su cuello y lo besa.
Te extraño todo el tiempo dijo. Ella nada. Le desata el cinturón, baja el pantalón mientras él le besa todo el pecho. Parados en el  mismo lugar, el frío podía sentirse si ellos no estuvieran. Con las botas puestas, el pantalón bajo y las medias de ella rosando sus zapatos, la vuelve a poner de espaldas, le levanta la pollera y empiezan a tener sexo entretenido por unos treinta cinco minutos. Se mueven mucho, gozan de la ropa interviniendo más  el calor de tocarse y sentirse amando al menos el momento. Ella con sus pulseras hace ruidos, sonidos perfectos y en la oscuridad y las alturas hacen eco. Es la segunda vez que se encuentran y desean sin permisos. Es la atracción sin lo absurdo,  la química sin alquimia.

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