Tránsito de Saturno oposición Plutón

La muela retrasada en atención, se carió al punto de infectarse dolorosamente y surgió de ella la obligación de ir a un dentista. Su umbral de dolor siempre fue muy bajo. Podría haber ido antes y evitar el conflicto ulterior pero evita las obligaciones en las que interfiera el dolor.
Justamente ahora urge por ser atendida y pide un turno en el médico. Sugestionada al máximo le revisan su muela y le ordenan un tratamiento de conducto para el día siguiente.
Al otro día volvió, su cara estaba muy hinchada de un lado, había deformado el principio de su nariz y su cachete entero. No podía esquivar el tratamiento.
Al comienzo, acostada en el sillón del dentista, con las dos inyecciones de anestesia le pareció que podía sobrellevar la situación sin atravesar el dolor. Pasaban los minutos y el hombre le hurgaba los nervios y eso no la molestaba. Pero pasó una hora entera y no parecía terminar más. En la misma posición empezó a sentirse sometida, claustrofóbica, preguntó cuánto faltaría, le indicaron que estaba en la mitad del proceso. Y no la alentó, mantuvo los ojos cerrados el resto del tiempo, movía sus piernas una arriba de la otra, sus manos tocando las puntas de las uñas. Empezó a sentir dolor, penetración, resistencia, impotencia. Transpiraba y temía a todo. Volvió a preguntar si faltaba mucho haciendo mímica con cierto nerviosismo y bronca y el médico contestó que eso no ayudaba. Lo cual la afectó más y la energía asustaba a ambos. En una de las placas tomadas se enteró que raramente ella tenía cuatro nervios en la muela y no tres como el común de los organismos. Por lo que tardaría más aún en terminar y el trabajo así lograba complicarse. El miedo de ella parecía haberle tendido una trampa!. Pensó a partir de ese momento en pensar bien, pensar en cosas lindas, mientras la maltrataban según su criterio. Para eso debía mantener los ojos cerrados  y disociar su cuerpo de su mente, alta actividad si no es entrenada. De pronto un dolor profundo le hizo sacarle la mano del médico,  gimiendo alto la queja. El médico se enojó, pidió paciencia, colaboración, ella lo hubiera matado, escaparse, levantarse de la silla no era posible, un tramo más de castigo y ya la liberarían con la muela curada, la cara desinchada y un progreso en sus responsabilidades.
Pidió más anestesia, sentía que no le tomaría con fuerza porque el médico la estaba rechazando a ella y a toda la cura. Y así fue como no sintió el efecto y el dolor era tremebundo.
Mientras mantenía constantemente los ojos cerrados, de la impotencia surgió una lágrima que recorrió su sien del lado en donde trabaja sentado el dentista. El no dijo nada...pero unos minutos después, un colega interrumpió el momento y escucho decir: "está llorando?". Ella no pudo contestar, ni se movió, el dentista preguntó lo mismo sorprendido. Y de ambos ojos corrieron en forma de río incontables gotas de llanto.
Al poco tiempo escuchó: terminamos! enseguida vengo. Ella se secó las lágrimas que tenía en su pelo, se tocó su cachete, se incorporó en la posición de libertad y se retiró.
Así atravesó todos los cambios durante ese tiempo.

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