“Deseo, deseo…que salga de la caja, una niña hermosa que
baile y que cante”.
La caja se abrió y de ella salío una preciosura, cantando y
bailando, como una muñeca a cuerda para luego terminar en un abrazo fuerte a la
que había pedido el deseo: su madre. Durante este abrazo, atrevidamente volvió a desear: “deseo, deseo… que ahora salga de esa caja un niño que
cante y baile”. Al instante de decir esas palabras, salio con timidez un niño
con la mirada fija en aquella quien “deseaba”. Entonces ella aplaudió su
aparición; el niño cantó y bailó bruscamente. En un giro de su cuerpo, cayó al
piso, haciéndose el desmayado. La niña se levantó, lo tomó de sus piernas y lo
arrastró a la caja nuevamente, para encerrarlo y que no se lo viera. Él continuó su actuación de desmayo y una vez
incómodo en la caja pataleó y pegó a su hermana, hasta el llanto.
Un fuerte grito se escuchó: - Basta, el juego termino!-
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