Unas geminis

entonces buscó una forma de escaparse y se fue de mochilera al sur de Venezuela. Como no había forma de encontrarla, su hermano la fue a buscar. Cuando la encontró, ella estaba diferente. Cansada de vagar pero aprendida de los riesgos. Prefirió no volver más a su país, ni a la ciudad. El hermano la quiso seguir, ayudar, traer de vuelta, pero no pudo. Las semanas pasaban, los meses pasaban y no había forma de que volviera. Ella tomó otro rumbo durante casi diez años.
Cuando volvió a la ciudad, su cara era otra. Tenía las ganas de ser mamá. Se encaprichó tanto sin novio ni amante, que adoptó a un chico de dos años. El tramite fue tan largo que su cara cambió de vuelta.
Cuando ella y su hijo estuvieron al fin juntos, se instaló en las afueras de la ciudad. Y ahí conoció a su pareja, una chica menor, más joven, parecida a ella antes de cambiar sus caras.
Un día la novia quiso escapar y se fue con su mochila al Sur de Brasil. Ella quedó con su hijo de 8 años en el pueblo, donde nada pasaba y prefirió volver a la ciudad.
Días despues, preparó un viaje al Sur de Brasil. Nunca más la vieron.