Venus en Casa VIII

Unos siete u ocho años tendría cuando cerraba la puerta de su cuarto para estar a solas con su propia imagen alter erotizada y excitarse a gusto pensando en sus pensamientos secretos.
El padre abrió la puerta y la encontró sentada frente a la ventana sin darse cuenta que ella se masturbaba incómoda e inocentemente. En ese instante la nena dió vuelta su cara y saludó en silencio al progenitor levantando la mano y escapando de su recogimiento. Creyó que podría esquivar la mirada inquisidora y penetrante de ese hombre pero él siguió parado intuyendo lo que no entendería jamaz...simplemente saludó y se fue dejando la puerta abierta. Como si hubiera olvidado a qué fue a verla.
La nena no pudo concluir la trama de deseos eróticos físicos y emocionales que la invadían todos los días casi a la misma hora. A partir de ese día ese hombre sería el culpable de su insatisfacción, ese recuerdo asqueado tomaba vida cada vez que estaba ansiosa por algo. Una vez adulta dificilmente se entregaba al amor.....tal vez porque sus parejas harían lo mismo que su padre...entrometerse en sus secretos. Y así.....simplemente aprendió de su propia seducción a permanecer agradable a la vista de los demás.......emanando intriga ó misterio. Y el dolor escondido de aquella traición.

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