Un grupo muy heterogéneo de personas trabajan en una oficina y él es el más desordenado de todos, tiene en su escritorio todo tipo de recortes, accesorios, mates de último modelo, papeles, fotos, un monitor gigante en comparación con otros empleados, cajones repletos mal cerrados, un calendario de otro año pegado en la pared y abajo el actual, libros en otros idiomas, que nada tienen que ver con el trabajo de oficina, lápices, biromes, ganchos, sellos, actas, folios, y un sillon especial porque dice dolerle la espalda con las sillas que usa el resto. Aparece en una charla cualquiera interrumpiendo conversaciones, agregando un toque de gracia al momento, una chispa de algo que no se llega a entender porque interfiere en diálogos serios como un niño ansioso por participar. Pasa por al lado de una chica que parece callada y seria, concentrada y pensativa, y le hace un comentario para nada superficial y la elogia por algun atuendo que tenga puesto. Casi siempre la saluda con ganas y se queda con ella hablando, mostrándole algún avance que hizo en algun proyecto o leyendole alguna cita de algún libro que le pareció interesante. Ella lo escucha y le parece inquietante cada vez que aparece. Tanto que se acostumbró a esperar las interrupciones de este buen hombre que en cierta forma la despierta cada mañana. De repente un día....el hombre cambió su actitud, no tenía tiempo para nada, se alejó de ella, incluso cuando se la sentía esperandolo....todo parecía descortesía. Cuando quiso hablarle, él pidió un momento, que le urgía el tiempo. De repente tenía mucho trabajo y nada lo podía interrumpir.
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