La mujer es muy petisa, chiquita, pero muy enérgica. Puede estar en movimiento como un trompo a mil por hora, sin tomar descanso porque le debe a la existencia un impulso inicial de avanzar hacia la actividad constante. Su aspecto poco llamativo, queda aplastado por su energía aguerrida que todo lo puede y que no cesa en acción jamaz. Y parecen las sillas de su comedor, simplemente adornos para su casa, o utilidades para las visitas. Porque no las ha usado ni para acomodarlas, aunque las levanta cuando debe limpiar el piso y rapidamente las pone en su lugar. Y la cama, tampoco es el lugar donde determina siguientes pensamientos, solo duerme allí y al despertar salta para iniciar otro estado de actitud deliberada que la mantiene lista para usar sus fuerzas nuevamente. Y entre sus actividades debe moverse hacia nuevos rumbos para lo que se viste cómoda para cualquier eventualidad pero elegante para cualquier sorpresa pendiente y así arremete con la social y va en busca de la conquista que se le antoje como un capricho de su amanecer.
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