Mercurio en Casa II

Con el hermano y un amigo, juntaron unas revistas bien cuidadas, con todas las hojas y las tapas y las vendieron en la puerta de su casa a pocas monedas. Siendo que el papel casi no se usa, las revistas siguen imprimiéndose y aunque el furor de la tecnología abarque todas las industrias, leer en hojas resulta conveniente todavía. 
Las revistas eran de su hermano pero las gomitas de pelo que hizo forrándolas con tela, eran de ella y el colorido era brutalmente visible por todos. El precio era muy barato y ella las sabía vender al lucirlas en su pelo y ponerlas ordenadas en la entrada de su casa con un cartel que decía "casi un regalo" de letras escritas por ella prolijamente .
Los vecinos pasaron y las ventas surgieron. Como las bandas para atar el pelo fue lo más vendido, habían acordado que toda ganancia era compartida sea como sea que suceda.
Cuando juntaron el dinero lo dividieron en partes iguales pero ella guardó una fracción en su bolsillo sacándoles el mérito a ellos. Nadie se quejó, nadie se enteró. 
A los pocos días ella volvió a vender más de sus accesorios infantiles pero nada de revistas. Los chicos no quisieron participar más entonces ella les propuso que la ayuden a conseguir más telas y banditas de elástico para producir más ofertas. Pero tampoco aceptaron. Entonces igualmente sacó el dinero de su bolsillo y les dio a cada uno su parte para que puedan seguir estando, porque la variedad en la oferta era mejor.



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