Llovía torrencialmente desde la tarde pero más fuerte todavía cuando un viento violento abrió ventanas y cerró puertas. Y la luz se cortó. Los relámpagos espectaculares eran lo único que dejaban ver algo y así notó que el viento había tirado todo lo que estaba sobre la mesa de una de las habitaciones. Conocíiendo a la perfección su casa podía caminarla en la oscuridad para buscar velas, fuego y trapos de piso. Cuando llegó a la cocina miró su celular con la pantalla encencida, lo único que iluminaba la zona y vió que había cinco llamadas perdidas y las cinco venían de la misma persona...el ex novio. Lo volvió a dejar en la mesada y siguió buscando lo que necesitaba pero el teléfono seguía sonando...y ella se alejó caminando, hasta que su pie pisó el agua y resbaló sin poder tomarse de ningún lado y cayeron ella y su vela. Tuvo un golpe feroz en su hueso sacro y quedando paralizada, dura, intacta en el piso. Un instante después de la caída el teléfono dejó de sonar y la luz volvió en un tris. Cuando al fin pudo levantarse, lo primero que hizo es ir a buscar el celular y se dio cuenta que el último llamado no era de su ex sino de alguien a quien ahora amaba y sonrió. Pero nunca prestó atención a que ambos, su actual novio y su ex son del mismo signo, aunque viva constantemente sincronicidades.
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