El hombre se tiró por la ventana huyendo del caos de la explotación laboral, la falta de sueño, el poco salario, la jornada extensa y exagerada, la monotonía de la actividad y las extremas condiciones insalubres sin futuro ni atisbos de liberación, sólo tuvo el ímpetu de arrojarse al vacío de un piso 18 y reventar su cerebro en el suelo sin posibilidad alguna de sobrevivir. Mientras los otros doscientos trabajadores de ese piso y sector, sentados unos al lado del otro, no pudieron agarrarlo, no se sorprendieron. Porque la esclavitud se vive en el infierno, simplemente libró al viento sus pocas posibilidades de libertad y dejó que su cuerpo escape al tormento de la juventud opresiva y sin expectativas.
La decisión no fue solamente suya sino que se propagó entre todo el resto de los hombres sometidos a esas formas tortuosas de existir por unos granos de arroz sin vistas de revolución. Por lo que en un breve período de tiempo los suicidios aumentaron a 18 en esa misma empresa, con el mismo procedimiento de tirarse por la ventana y aún cuando el mundo se escandaliza, no hay todavía entes reguladores ni auditorías que contemplen las condiciones de esos trabajadores. Es de saber que para incrementar la producción masiva y el liderazgo en la industria, el ser humano queda relegado a la utilidad y los derechos humanos bastardeados. Pero China es la nueva potencia mundial.
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