Tránsito de Luna oposición Saturno

Cuando dio vuelta en la esquina se cruzó  con la portera del edificio, una señora mayor que suele ser obtusa y poco simpática. Entonces cuando estaba a punto de mirarla para el saludo obligado, pasó por su lado como si no la hubiera visto y la portera tampoco dijo palabra.  Ambas se cruzaron fríamente.
Unos cuantos minutos después, volvió por la misma calle y  decidió ajustarse a los buenos modales y saludarla porque a la distancia se observaban disimuladamente. Pero cuando faltaban pocos pasos para acercarse, la portera entró al edificio y le dio la espalda. En el momento de poner llave en la entrada, vio cómo caminaba lento hacia su guarida de portería. 
El hecho no le importó, no tenía el ánimo de agradar ni de cumplir con nada esa mañana,  pero el problema resultó existir cuando una vez en su casa notó un corte de agua y quiso averiguar qué pasaba y hasta cuándo. Salió de su departamento, y con la culpa del momento anterior, se dirigió a portería y tocó la puerta para pedir explicaciones a la encargada del edificio. Pero nadie contestó. La mujer no atendía y sólo se escuchaba un silencio de cementerio. Maldita mujer, pensó. 
La mala onda duró unas pocas horas. Todo pareció haber sido una pavada de la percepción, cuando mucho más tarde la portera le tocó el timbre y le avisó que en breve regresaría el agua y que un caño roto estaría siendo arreglado.  

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