Tránsito de Plutón oposición Saturno

No hay nadie que me diga lo que tengo que hacer.
 La piel de mi cara la siento seca por primera vez en mi vida, tirante, fría. Lo mejor sería ponerme una crema pero no siento que sea prioridad. No sé bién qué es prioridad, vivo empobrecida, desanimada, ni la culpa me retiene porque hasta eso se está modificando. Culpable de qué.  Perdí mi despotismo, mi agilidad, mi valía hasta la dependencia. Pero me concentro tercamente en gritarle a las piedras de mi camino que son  insulsas y sin sentido. Perdí  las cosquillas, mi piel reseca no me deja sonreir sin agrietar mi cara y zurcarla en gestos de resentimiento. Mi  flacura empezó a estar a la vista  desde que mordí una carne y un diente se hizo añicos y otras dos muelas se alternan en punzantes dolores de días enteros hasta que busco un remedio aunque no me las quito. Por esto no como tanto y se consumen mis planes, mi autoridad en mis  sombras que se ríen al verme petrificado en todos mis sentidos. Están rotos mis ingresos, indemnizada del  trabajo, ausente de mi padre, resecas mis emociones y las relaciones parecen estar de duelo ante tanta reforma. Pero esto es lo que pasa en cada ciclo. El aguila en su adultez vuela lejano y hacia lo alto de una montaña. Solitaria y escondida, golpea su pico en las rocas una y otra vez por días hasta hacerlo desaperecer y al cabo de unos meses vuelve a crecerle renovado y vital para dar curso a otro vuelo y a otras cazas. Si esta es una pausa, me siento verdadera, porque  la transformación se esconde en mí... sin secretos.

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