Empezó la carrera de doscientos metros y con un sólo envión permaneció primero desde el principio. Otro de los corredores estaba cerca de sus talones pero no tan parejo para ganarle.
Era una flecha en la pista y todos los demás parecían seguirlo a él.
Cuando estaban llegando al tramo final, corría más veloz y miraba hacia atrás para ver a qué distancia estaba el resto de los competidores. El más cercano estaba justo detrás de él.
La posta final ya estaba más a la vista, la miraba concentrado mientras estiraba sus piernas hacia adelante como si fuera a provocar el vuelo de tanta velocidad.
Volvió a mirar hacia atrás y se daba cuenta que seguía primero y la meta tan cercana lo haría ganador.
Entonces confiado levantó su mano, bajó el ritmo de corrida y miró al cielo como festejando un triunfo. Faltaban dos metros para la final y él seguía primero. Desaceleraba la marcha con felicidad en la cara.
De pronto otro corredor lo pasó como un viento fuerte, a un ritmo que él ya había perdido y tocó la línea de llegada proclamándose ganador en el primer puesto.
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