Tránsito de Neptuno conjunción Luna

No se veían por unos días. Ella fantaseaba con su mundo abandonada por la mente en el ensueño mismo de todas las cegueras.  Sin ver nada sentía todo. Así estaba por esas épocas. Nadando en sus aguas de mágicas intuiciones. Un día el teléfono sonó y saludó conmovida a la hija que llamaba. La atendió con alegría dispersa en compasión mientras la hija le contaba algunas cosas. La madre la percibía desde la memoria uterina por lo que la distancia entre ellas era una simpleza en la verdadera unión.  Pero la notó desilusionada y no pudo sacarle información sobre qué le pasaba. Intuyó sólo pena. La hija luego de hablar la despidió -un beso mamá te amo-. La madre en cambio pudo decirle "un beso!" y cortar el teléfono....Pero le pareció raro todo.  Sintiendo lo que sentía por esa niña... esa simple palabra le bloqueaba el canal de amor completamente. No podría contestarle "yo también te amo".! Cuando cortó el teléfono vibró pena, paralizada en el mismo lugar.  Yo  también amo!, pensó. 
Y como así estaba en esa época, no le costó nada disolver ese lamento. Inmediatamente apretó del teléfono la tecla de hablar y  allí estaba todavía su hija. La sincronicidad ó la verdad ó una fuerza magnífica salvaba todo error. Y simplemente le gritó: -yo también te amo!. La hija no entendía. Confusión... solo confusión . Pero también luego, la paz, la ternura.  La hija sonrió y dijo: -yo más má! chau!.
Así es como tampoco le costó nada disolver el  sentido que tenían aquellas palabras: "te amo". Estaban ligadas en su memoria a la escasez, al  amor  que nunca alcanza para nada, por lo que se pierde y el sufrimiento  es lamento. Pero eran épocas de disolver. Tenía la suficiente fluidez de emociones para intuir el amor de otras formas. 



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