Tránsito Venus cuadratura Neptuno

Nos sentamos en una mesa solos, él y yo, enfrentados. Dos vasos de un vino común, un cenicero asqueroso con siete cigarrillos apagados, dos prendidos humeándonos la vista y una luz tenue sobre nosotros que se movía de un lado hacia el otro por la invisibilidad del viento. Era un problema no llegar a un acuerdo. Definitivamente no había nada que seguir hablando cuando pasada una hora  aún no se animaba a decirme las razones del abandono. Corrió la silla hacia atrás y quedó sin palabras cuando le pregunté qué haríamos entonces con la relación. Pensé que se iba pero quedó sentado mirando hacia abajo como culpable y castigado. Yo también quedé suspendida pensando en que en otra circunstancia me hubiera levantado y me hubiera ido sin más. Pero el vicio no era solo el humo. Entonces lo escuché acercarse;  lo miré repentinamente y fue ahí cuando noté que  su cara no era la misma!. Pensé rápidamente: un juego de luces.  Me asustó pero no lo demostré, fue un relámpago la imagen diferente, era otra persona. Cuando escuché  que me decía lo mucho que me extrañaría no pude hacer un gesto ni responderle ni rogarle ni nada. Me había dado miedo lo que había visto. Me había desconcentrado de la realidad, quedé mirando cómo su nariz se deformaba y cómo su pelo enmarcaba un misterio..... Tuve que mirar para abajo. La lámpara se movía con el viento y nos iluminaba alternadamente. Casi me levanto a dejarla quieta. Yo aún seguía sin contestarle  lo que me decía, cosa rara en mí cuando era lo que más esperaba.  Me siguió hablando, no me conmovía ni un sonido, estaba distraída con la sugestión hasta que me animé a mirarlo de vuelta y con la luz en movimiento volví a ver en su cara una máscara ajena, no era él. Seguramente era yo. Típico análisis, era una proyección mía, una defensa para retirarme del lugar confiada de alejarme de un desconocido y así no habría ningún lamento. Hice fuerza para dejar el divague y concentrarme, lo miré nuevamente y en su voz lo reconocí perfectamente, eran los sonidos de él, sus pausas, su pronunciación, su tono de voz y ese lamento falseado en la palabra perdón.
Ya había pasado la confusión, había sido un tris en todo el encuentro, volví a verlo claramente y se acercó a la mesa con un envión para agarrar mi mano y yo dejé que lo hiciera.  Además de ver...ahora debía volver a sentir pero en ese momento una cosa no iba con la otra. Cuando se levantó como para darme un beso, la lámpara lo iluminó diferente e hice un gesto de terror cuando no era él nuevamente....pero lo peor que ahora era la cara de  un ex amante, la misma, los mismos ojos, le solté la mano con asco, corrí la silla hacia atrás y le dije que necesitaba ir al baño.
Parecía una loca, una enferma de la ciclotimia, una adicta a la incertidumbre, una víctima de la luz y del amor. Pero recordé la experiencia pasada,  y a  aquel hombre que debí haber borrado antes de mi mente, incluso antes de conocerlo, porque después....evidentemente era tarde.

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