Sol-Saturno trigono Neptuno

Suena el despertador con un tema musical, bien temprano, se levanta sin esfuerzos, se lava la cara, cepilla sus dientes, desayuna liviano y parte a la parada del colectivo. Logra obtener un asiento y mira por la ventanilla sus propios sentimientos hasta llegar a la estación de tren donde lo toma y sigue media hora mas de viaje a su destino. Ese viaje lo hizo parado, pero en la misma posición, sostenido de una mano alzada y la otra teniendo un bolso que llevaba. 
Al bajar camina tranquilamente cinco cuadras hasta el anfiteatro. Saluda modestamente en la entrada y sigue por pasillos sin luz hasta el lugar donde todos ensayaban. La orquesta era grande, muchos músicos, muchos violines, un piano, dos contrabajos, tres clarinetes, dos oboes, una flauta traversa, un arpa, una trompeta, un violoncello, un contrabajo, y él entre ellos se sienta con su partitura que saca del bolso y la acomoda en el atril. A todos saluda en silencio, sonríe agradablemente indicando su presencia y continúa sacando cosas del bolso mientras todos ensayaban arduamente. 
A los treinta minutos la función comenzaba, la sala llena, y el Director de la orquesta aparece en escena siendo aplaudido por todos de pie. La pieza comenzó con la indicación muda pero marcada por las manos del Director, un hombre anciano, con barba, panza y mucha trayectoria. Todos los instrumentos se presentaban, se armonizaban, cada uno a su tiempo y siguiendo compases de la obra. 
Un tiempo largo después, el hombre saca del bolso su triángulo y lo sostiene en la mano los tempos marcados para su participación. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ahí el con un palillo toca el triángulo dando el sonido y vibración final al concierto.
Segundos después el publico aplaudió fuertemente, él guardó en el bolso el triángulo, esperó que todo se  calmara y se retiró cumpliendo con responsabilidad su deber musical. 
Así, comprometido con un instante, se sintió listo para volver a su casa hasta el próximo trabajo, convocatoria y participación. 
Y en sus gestos, la modestia era un deber.

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