GAS - piscis

Buscó en Internet una pagina que le habían contado de suicidio colectivo. Un sitio por donde se convocaba a impotentes de vivir. Wen Chau se conectó así con un grupo de gente que no conocía, para decidir matarse. Entonces conoció chateando a dos chicos de su edad que buscaban con las mismas ansias preparar un suicidio.
Cuando decidieron unirse, faltaba el auto. Siguieron chateando con más gente hasta que apareció una chica más joven, de los suburbios, que ofreció el auto de su padre. Arreglaron así encontrarse antes de la salida del Sol del domingo siguiente. Cinco días faltaban y cinco noches.
Los cuatro japoneses siguieron comunicándose. Dos de ellos seguían esos días trabajando en oficinas de Tokio, los otros dos se drogaban para dormir la espera.
Hasta que la madrugada del primer encuentro llegó y la chica fue quien organizó el resto. Ella llevaría el ungüento para pegar las puertas y ventanas del auto. Wen Chau el gas.
Cuando se encontraron hubo abrazos. Ninguno hablaba tanto, sus nombres los conocían, las caras también por chat. Faltaba solo soportar la convivencia en la hora final. Se mostraron cosas, ella abrio su cartera, otros mostraron fotos, todos llevaban sus celulares pero ya intoxicados no había fuerzas ni para llamar ni para recibir ni para seguir conectados.